El escenario: la ciudad de Iquitos, en la Amazonía peruana. El problema: mujeres violadas por los soldados del ejército que trabajan el la región fronteriza, bajo el “pretexto” de que el clima del lugar les aumenta el deseo sexual. La solución: Pantaleón Pantoja, un capitán extremadamente organizado, serio, correcto, metódico, sistemático, sin adicciones y fiel a su esposa. A él le designaron la inusitada misión de organizar, en plena selva y bajo total sigilo, un grupo de prostitutas (las “visitadoras” del título) para calmar los ánimos de los soldados y mejorar la imagen del ejército frente a la sociedad local.
Ya había visto la película algunas veces, hace algunos años (y me gustó mucho), pero todavía no había leído el libro. Me costó mucho leerlo, primero porque el texto me pareció realmente difícil: son páginas y páginas de diálogos fuera de secuencia, entre personajes distintos, en momentos distintos – y nosotros, los lectores, tenemos que organizar mentalmente las hablas, como si fuera un rompecabezas de diálogos. Segundo, porque la estructura sintáctica utilizada por Mario Vargas Llosa está muy distante del tradicional sujeto-verbo-predicado. Tercero, porque me molestó un poco ver la objetificación femenina en toda la obra y el escarnio de los militares frente a los casos de violación al principio de la narrativa.
Sin embargo, a pesar de haberme causado cierto malestar, la obra es una increíble crítica social que muestra la hipocresía de las religiones, de las fuerzas armadas, de la media y de las “personas comunes”. Nadie se escapa del juicio de Llosa, que lo hace con maestría, en un texto que hace reír y que también emociona en algunos momentos, en medio a diálogos desordenados, correspondencias entre oficiales del ejército, textos periodísticos y programas de radio. Las escenas finales son geniales.
Se lo recomiendo a los que ya estén en niveles más avanzados de aprendizaje de español. Y la película (de mismo nombre) ¡es muy chévere!
P.D.: No tengo ni idea de cómo este libro llegó a mis manos. No me acuerdo de haberlo comprado, tampoco si alguien me lo regaló, o si alguien me lo prestó y nunca se lo devolví. Creo que ese último sea lo más probable, entonces, si eres el dueño y me estás leyendo ahora ¡dímelo y te lo devuelvo! 😀